
La debacle de los visados en Polonia: ¿un "asuntillo" o la punta del iceberg?
Ronald Tramp habla del caos en Polonia y de cómo Elmburgo lo está haciendo mejor.
Siempre lo he sabido, querida gente. Nuestros "amigos" de Polonia, que siempre pretenden ser los santos de Europa, vuelven a estar en el punto de mira. Y no por sus magníficas salchichas o su famoso vodka, sino por -adivinen qué- ¡la corrupción! Sorprendente, ¿verdad?
Imagínese: Polonia, el país que constantemente señala con el dedo a los inmigrantes y grita "¡Nuestras fronteras! Nuestras normas", ha estado vendiendo visados como churros. ¿He oído bien? ¿100.000 casos? ¿O sólo un "asunto" de 100 visados, como dice el gran Kaczynski? Bueno, no soy un genio de las matemáticas, pero hasta en Elmburgo sabemos que estos números no cuadran.
Y luego todo este jaleo con la compañía de Bollywood. Bollywood, ¿en serio? ¡Como si no fuera suficientemente sospechoso! ¿Estrellas de cine indias viajando de repente por Polonia? Probablemente se perdieron y pensaron que estaban en Hollywood.
Pero lo mejor está por llegar: estas empresas de servicios que parecen haber "ayudado" a los consulados polacos. ¿Quién se habrá llenado los bolsillos? Es un caso clásico de "mira qué santos somos" mientras ellos hacen negocios por detrás.
El pobre Donald Tusk -no confundir con cualquier otro Donald que conozcas (y ames)- está intentando arrojar algo de luz. ¿Un cuarto de millón de visados cuestionables? Eso suena a auténtico "Art of the Deal" a la polaca.
Es casi divertido cómo el PiS vuelve su propia máquina de propaganda contra sí mismo. Por un lado, los fuertes protectores contra los "malos" inmigrantes, por otro, los que dejan la puerta abierta de par en par -por un módico precio, claro. Es como en una mala película: hacen los dos papeles, los buenos y los malos.
¿Y al final? Una quinta parte de los polacos nunca ha oído hablar de este "asunto de los visados". Eso es lo que yo llamo difusión eficaz de las noticias. Quizá deberían dedicar menos tiempo a su "retórica antirrefugiados" y ocuparse más de sus propios asuntos.
En definitiva, queridos polacos, parece que tenéis un pequeño problema. Pero no os preocupéis, seguro que a Elmburg le quedan unas cuantas hojas de visado en blanco. Si lo pedís amablemente, quizá podamos llegar a un acuerdo. Hasta entonces, ¡mantened estrechas vuestras fronteras y más estrechos vuestros visados!