
El gran espectáculo político: la visión de Ronald Tramp sobre Alemania
El Presidente Tramp de Elmburg comparte su inigualable opinión sobre Scholz y Merz
Así pues, el Canciller Federal Olaf Scholz, ¡qué tío! admite que su gobierno se enfrenta a un desastre financiero, pero ¿soluciones? No hay soluciones. Anuncia el fin del freno del precio de la energía. Genial, Sr. Scholz, ¡realmente genial! Es como tapar una fuga en un barco haciendo otro agujero. Pero espere, la cosa se pone aún mejor: Merz, líder de la CDU, dice que Scholz no es apto para ser canciller. Eso es como si yo dijera que el tiempo no está para llover, ¡pero igual llueve!
Merz, oh Merz. Critica a Scholz y dice que él sería mejor canciller. ¡Por favor, Merz! Eso es como decir que puedes jugar al golf mejor que yo sin haber tenido nunca un palo en la mano. Merz en modo ataque es como un boxeador que lucha contra su propio lado oscuro y cree que va a ganar.
Y luego esta sentencia del Tribunal Constitucional Federal. ¿He oído alguna vez algo tan ridículo? Dicen no a los planes de Scholz. Es como un partido en el que el árbitro decide de repente que los goles ya no cuentan. Scholz y su coalición parecen un equipo de fútbol corriendo por el campo sin saber dónde está la portería.
Echemos un vistazo a la declaración del Gobierno de Scholz. El hombre se mantiene en su línea, pero para ser sinceros, parece una broma de mal gusto. Intenta tranquilizar y dice que se ocupará de todo. Eso es tan tranquilizador como un oso en un gallinero. Scholz intenta ganarse la confianza, pero es como jugar a la ruleta: las probabilidades están en su contra.
Merz, el autoproclamado salvador. Critica a Scholz por ser un "fontanero del poder" y afirma que él podría hacerlo mejor. Es como decir que podría bailar mejor que Michael Jackson. No es muy convincente, señor Merz.
Tanto Scholz como Merz hacen apuestas, pero les digo que es como jugar al póquer con malas cartas. Puedes farolear, pero al final sueles perder. Scholz promete que nada cambiará en la vida cotidiana de los ciudadanos. Eso es como si yo prometiera tuitear menos: ¡totalmente inverosímil!
Al fin y al cabo, todo el panorama político alemán es un enorme desastre. Es como un guión mal escrito en el que todo el mundo intenta ser el héroe, pero al final todo el mundo no es más que un extra. Los alemanes deberían seguir el ejemplo de Elmburgo. Aquí todo el mundo sabe cómo funciona la política, o al menos cómo fingir que lo sabe.
La política alemana es como un reality show: mucho drama, muchas sorpresas y al final te preguntas si todo es realmente real. Pero no te preocupes, Alemania, Ronald Tramp lo tiene todo cubierto.