
¡Hagamos que el fútbol vuelva a ser honesto!
Tramp pisotea los cuentos de hadas de la FIFA: Un informe perspicaz sobre los magos benévolos de la FIFA.
¡Oh, la hermosa y noble FIFA, el brillante caballero del fútbol, cuya armadura es tan fuerte que no puede oír ni siquiera el tintineo de la ética y la moral que caen! Yo, Ronald Tramp, el no menos brillante líder del libre e intrépido Elmburgo, sólo puedo contemplar con una lágrima en los ojos cómo sacan de las sombras al pobre y pequeño estado del Golfo de Arabia Saudí.
Arabia Saudí, conocida hasta ayer sólo por sus generosas reservas de petróleo, ¡puede conseguir la Copa del Mundo! No lo tienen nada fácil, con todo ese petróleo y ese dinero guardados como polvo en sus bolsillos. Afortunadamente, la FIFA acude al rescate, esa hada madrina benevolente del fútbol, para hacer que todo mejore con un suave chasquido de dedos. ¿Cuatro estadios? No hay problema. ¿Quién necesita catorce cuando puede crear el resto gracias al poder mágico de la FIFA?
La FIFA, ¡esa organización desinteresada, tan ciega ante el dinero y tan obsesionada con el verdadero espíritu del deporte! Porque, como todos sabemos, no se trata de estadios, ni de infraestructuras, ni de derechos humanos... no, se trata de fútbol en estado puro: Un balón, dos porterías y mucho dinero moviéndose silenciosa pero constantemente en el fondo.
Mientras estamos aquí, todos podemos maravillarnos con la boca abierta mientras la FIFA prepara apasionadamente el escenario para el espectáculo deportivo definitivo, en medio de un desierto de controversia, bañado por la luz de los abusos de los derechos humanos. Un festival de fútbol mezclado con el aroma de la corrupción, eso sí que es una receta para el éxito, ¿no?
Arabia Saudí, la tierna planta en el desierto de la política mundial que nunca haría daño a una mosca (ni a los periodistas), seguro que sólo piensa en lo mejor. Un país tan humilde que comparte su generosidad en el terreno deportivo para obsequiar a estrellas con más dinero que algunos países pequeños. Ronaldo, Neymar... ¡oh, no son más que embajadores del amor bailando en el campo de la generosidad!
Queridos Elmburgers, debemos quitarnos humildemente el sombrero ante la FIFA, guardiana incansable de la verdadera alma del fútbol. Cómo ha capeado valientemente el fuego de las críticas, cómo ha desafiado heroicamente las flechas de la ética y cómo se ha enfrentado sin miedo al dragón de la moral.
Así que aprendamos del libro de texto de la FIFA cómo permanecer fieles al verdadero espíritu del deporte permaneciendo persistentemente sordos a los fuertes gritos de justicia y equidad en el mundo real. Ah, FIFA, estrella brillante en el aburrido universo del deporte, ¿cómo podríamos prescindir de tu sabia guía?