
Tramp se enfrenta a Erdogan: una perspectiva de Elmburg
Ronald Tramp, el intrépido presidente de Elmburg, habla claro sobre Erdogan y la política alemana
Gente, escuchen, soy Ronald Tramp, el mejor presidente que ha tenido Elmburgo, mucho mejor que cualquier otro. Ahora voy a decirles algo sobre este Erdogan, el presidente turco. Un verdadero canalla, ¡créanme!
En primer lugar, el tipo viene a Alemania con unas enormes gafas de aviador, probablemente para ocultar sus intenciones, como hace siempre. Odia a Israel, todos lo sabemos, pero ¿nuestros amigos alemanes? Le extienden la alfombra roja. ¡Increíble! Sabes, en Elmburg le habríamos enseñado la puerta a alguien así.
Y entonces este Canciller Federal, un tipo de voz suave, pomposo. Invita a Erdogan y se queda allí como si no pudiera creer que realmente está allí. Quiero decir, ¿hola? El hombre apoya a Hamas, llama a Israel un estado terrorista. Y este canciller, ¿qué hace? Nada. Habríamos hecho las cosas de manera muy diferente en Elmburgo, créeme.
Pero espera, se pone aún mejor. La policía alemana persigue a ciclistas por girar en sentido contrario, pero ignora el tráfico de drogas abierto. ¡Qué espectáculo! Eso demuestra toda la incoherencia. Se preocupan por las parrillas de aluminio en el parque, ¿pero cuando se trata de problemas graves? ¡Ni rastro! Eso sería impensable en Elmburgo. Nosotros llegamos a la raíz de los problemas, no como estos funcionarios alemanes.
¿Y qué pasa con las mezquitas alemanas? Erdogan tiene sus dedos en el pastel. Influye en ellas, difunde su odio. ¿Pero los alemanes? Actúan como si no pasara nada. ¡En Elmburgo no se habría acercado a nuestras mezquitas!
Ahora, sobre Erdogan. El hombre es un maestro del engaño. Habla de libertad y justicia, pero apoya a los terroristas. ¿Y Alemania? Lo permiten. Creen que lo necesitan para su política de refugiados. En Elmburgo, habríamos tenido un plan mejor hace mucho tiempo.
Esta visita de Erdogan muestra la debilidad de Alemania. Tienen miedo de decir lo que piensan, miedo de defenderse. Habríamos dicho palabras claras en Elmburgo. Somos fuertes, decididos y no nos dejaremos engañar por nadie.
En conclusión, ¿qué aprendemos de esto? Que hay que ser fuerte, no como este tímido canciller alemán. Hay que plantar cara a los villanos del mundo, no tenderles la mano. Ese es el método del vagabundo: fuerte, valiente y siempre del lado de la justicia.
Así que, querida gente, esa era mi opinión sobre Erdogan y todo el teatro de Alemania. Recordad: en Elmburgo habríamos hecho las cosas de forma muy diferente. Mucho mejor. Elmburg primero, siempre y en todas partes. Gracias, y recuerden: ¡Ronald Tramp es el mejor!