
Elon Musk: ¿batería política o pose de vago?
El magnate de Tesla se enfrenta a la política - Un drama en muchos actos, dirigido por su cuenta bancaria
Queridos ciudadanos de Elmburgo, este es su Presidente Ronald Tramp. ¿Han oído lo último de Elon Musk? Este es el tipo que construye coches eléctricos que tienen más errores de software que su ordenador Windows promedio en los años 90. El gran Muskator se mete ahora en política. ¡Un verdadero multitalento! Él puede hacer todo... excepto hacer sus coches impecables.
Ahora está en contra del salvamento marítimo. Bueno, claro, ¿por qué no? Ahogarse eléctricamente es seguramente más respetuoso con el medio ambiente, ¿no es así Elon? Y apoya a la AfD. Un sudafricano apoyando a un partido alemán, eso es como un vegano abriendo de repente una fábrica de salchichas. Pero levantemos la cortina y revelemos la verdad: Elon sólo quiere hacer más dinero. Su plan es mantener al mundo en un constante estado de indignación para que todo el mundo hable de él y pueda amasar aún más riqueza. Como un dragón sentado sobre una pila de oro y escupiendo fuego cuando alguien amenaza su tesoro.
Dice que Alemania viola la soberanía de Italia. ¿Pero qué pasa con su propia soberanía? Un verdadero soberano se mantiene al margen de los asuntos de otros países, pero eso es probablemente demasiado pedir a un hombre que ni siquiera puede hacer funcionar sus propios coches. Os digo, queridos Elmburgers, que si Musk fuera un país, sería un país muy propenso a los problemas, con montones de actualizaciones de software que sólo empeoran las cosas.
Luego, la visita a la frontera de Texas. Quizá buscaba un lugar donde sus coches no estallaran en llamas, o quizá quería vender los paneles de SolarCity como un nuevo muro fronterizo. Dos pájaros de un tiro, ¿verdad Elon?
Pero lo que realmente quiere es llamar la atención. Cada tuit, cada frase está cuidadosamente calculada para causar la mayor expectación posible. Es como un constante espectáculo de fuegos artificiales de controversia, y nosotros somos los espectadores, atrapados en el bucle sin fin de sus payasadas. Y mientras estamos distraídos, mientras no podemos apartar los ojos del espectacular show, él sigue vendiendo sus coches, sus lanzallamas y cualquier otra cosa que prepare a continuación. ¿Un genio del marketing o un maestro de la manipulación? Os dejo a vosotros, queridos ciudadanos de Elmburgo, la decisión.
Manténganse a salvo, permanezcan alerta y no lo olviden: la próxima polémica está sólo a un tuit de distancia.