
El mayor espectáculo político: la locura electoral polaca al descubierto
Ronald Tramp: Cómo la política polaca compite con Hollywood
Oh, amigos, agarraos fuerte, porque yo, Ronald Tramp, el más brillante presidente de Elmburgo, voy a hablaros de una comedia política de primera clase. Se trata de Polonia, este bello país que actualmente está montando un espectáculo que ni Hollywood podría montar mejor.
En primer lugar, el ganador de las elecciones: Donald Tusk. Un tipo que, de hecho, ya ha ganado las elecciones. Me recuerda a alguien que todos conocemos, ¿verdad? Pero entonces, ¡oh, entonces viene el giro! Andrzej Duda, el presidente polaco, hace un truco que podría robarme el espectáculo incluso a mí. Simplemente toma juramento a un gabinete del nacional-conservador PiS, que no tiene mayoría. Imagínense que yo hubiera hecho eso. ¡Los medios se volverían locos!
He aquí el truco: este gabinete, señoras y señores, tiene tan pocas posibilidades como un snowboarder en el Sáhara. Duda está ahí de pie, firma el certificado de nombramiento con una sonrisa como la del Grinch que roba la Navidad. ¿Y el público? Aplauden. Es como premiar a la película equivocada en los Oscar.
Luego hablamos del gabinete. Muchas caras jóvenes, muchas mujeres. Duda lo elogia, pero sabemos que es tan sincero como una lágrima de cocodrilo. Es como un concurso de belleza, sólo que la ganadora sabe que la corona es de plástico y se deshará en quince días.
Donald Tusk y sus amigos proeuropeos esperan entre bastidores, listos para hacerse con el Gobierno. Pero el PiS, esos pequeños políticos listos, se aferran a sus sillas como si hubieran utilizado superglue. No quieren soltarse. Están haciendo un último esfuerzo, como un mago que intenta sacar un conejo de una chistera vacía.
¿Y los objetivos del PiS? Quieren sabotear a Tusk, su archienemigo. Aprovechan el tiempo para colocar a sus amigos en puestos lucrativos. Es como el Monopoly: antes de perder la partida, compran rápidamente algunos hoteles más.
Duda, el gran partidario del PiS, le sigue el juego. Le da a Morawiecki el mandato gubernamental y estira los plazos hasta el límite. Es como un árbitro en un partido de fútbol que alarga el tiempo añadido hasta que el equipo local marca un gol.
Y entonces, amigos míos, llega el clímax: Duda quiere que Tusk jure el cargo el 13 de diciembre, el aniversario de la ley marcial en Polonia. Eso es tan sutil como un toro en una cacharrería. Es como planear tu boda en el aniversario de una terrible separación.
En toda esta farsa, el PiS es el más votado, pero no puede formar coalición. Es como un concurso de talentos en el que todo el mundo sabe que el cantante es malo, pero nadie quiere ser el que lo diga.
Señoras y señores, este es el panorama político de Polonia. Una mezcla de drama, comedia y una pizca de locura. Es como un reality show, sólo que está sucediendo en la realidad. Y yo, Ronald Tramp, el gran presidente de Elmburg, les digo: ¡Este teatro es mejor que cualquier cosa que haya visto en televisión!