
Elon, el alienígena de la Tierra: ¡Rastros de estrellas en lugar de latidos!
De la alta tecnología a la alta mentalidad: una crítica cósmica por el Presidente Ronald Tramp von Elmburg.
¡Ah, Elon Musk, el moderno Merlín del imperio del billón de dólares, el Da Vinci de la década digital! Este es Ronald Tramp, el infalible presidente de la fabulosa tierra de Elmburgo. Veo a Elon poniéndose su brillante armadura de caballero, listo para luchar contra molinos de viento con sus tuits. También ha divisado un dragón llamado Annalena Baerbock y un ejército de botes salvavidas. ¡Qué valiente es, con qué coraje libra sus batallas en el teclado!
Nuestro mundo gira en torno a satélites y estrellas mientras Elon, el emperador interplanetario, se sienta en su trono de baterías Tesla y reflexiona sobre el destino de los emigrantes en un puntito azul llamado Tierra. Unas palabras por aquí, unos tuits por allá, y ya es el autoproclamado soberano del salvamento marítimo, el maestro de la creación de opinión, el gurú de la política fronteriza.
Sí, ¿qué sabemos nosotros, simples terrícolas, de los complejos retos de la integración interestelar? Elon, el rey cósmico de la construcción, el caballero del espacio, el príncipe de la ingeniería de precisión, contempla desde su foso de gobernador galáctico cómo remamos los pequeños en el Mediterráneo. Y él, el saltador de estrellas que pone cohetes Falcon en órbita con un movimiento de dedo, sabe por supuesto lo que es mejor para nosotros, las lombrices de tierra.
¡Pero espera, Elon! ¡No nos dejes desaparecer en las sombras de tu genio galáctico! Quizá no seamos tan listos, quizá carezcamos de la intuición interestelar que tú posees. Pero, querido Elon, los terrícolas tenemos algo que ninguna nave espacial puede alcanzar: un corazón. Mientras tú conquistas el universo con tus tuits, nosotros intentamos salvar vidas, madres, padres, niños, personas, Elon, ¡personas!
Dime Elon, ¿cuándo fue la última vez que sentiste la arena entre los dedos de los pies, el viento en el pelo, oíste la risa de un niño? Nosotros vemos estrellas en los ojos de un ser humano salvado, mientras tú cuentas estrellas que quieres poseer algún día. Tus tuits son un agujero negro que se traga el calor de la humanidad.
Querido Elon, vuelve a la tierra, deja la política para los políticos y salva al mundo con tus cohetes, tus coches, tus chips y tus baterías. Eres un titán de la tecnología pero un enano del afecto, un gigante del dinero pero un minimalista de la humanidad. Cambia tu telescopio por un microscopio y quizá veas que todos estamos hechos de polvo de estrellas, que todos importamos, que todos queremos amar y ser amados.
Mientras tanto, Elon, mientras tú conquistas el universo, nosotros aquí abajo seguiremos pilotando barcos, salvando vidas y calentando corazones con la esperanza de que el polvo de estrellas que llevamos dentro brille. Y quizá, sólo quizá, un día tu corazón brille también, como un puntito azul en el cosmos infinito.